11/11/2014
Roma y el comercio de lujo con Oriente
Escrito a las 07:30
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La fascinación de Roma por el Oriente está íntimamente relacionada con las estrategias de mercado del Imperio. Inciensos y resinas de Arabia, perlas y dátiles del Golfo Pérsico, especias, carey, piedras preciosas, muselinas indias y sedas chinas adquiridas en India (Kushan, Tamiles y Satavahanas), Sri Lanka (Taprobane) y el Sureste asiático (Cattigara) surten a Roma de lujo oriental.
El Digesto, la magna obra jurídica de Justiniano (533 d.C.) refiere el amplio repertorio de mercancías orientales que proveía los mercados de Alejandría.
Plantas aromáticas para especias, perfumes, ungüentos y farmacopea: variedades de Cinnamomum, Malabrathrum (cinamomo) y cardamomum (Cardamomo); pimientas;
Nardo; Mirra (Mirra (la variedad stacte, o nataph, ya era utilizada para las ofrendas en el altar del incienso del templo de Salomón); Canela de Tiro y corteza del árbol de la canela (Cassia de China); Jengibre; Medicamentos indios y de la Sérica; gálbano (gomorresina); goma arábiga; asafoetida (resina de hinojo utilizada para la circulación sanguínea en la medicina china); Aloe…
Tejidos, cueros y tintes: lino y lino fino bordado; tinte púrpura fabricado por los fenicios; seda -hilos, seda en bruto o parcialmente tejida, prendas- (conocida ya en la primera mitad del I milenio a.C., donde canta el profeta Ezequiel en su Libro Y te vestí de bordad/y te calcé de tejón/y ceñíte de lino/y te vestí de seda. EZEQUIEL 16:10); lana y paño teñido; algodón (en especial las finas muselinas indias); cueros babilónicos y partos…
Todo tipo de joyas y materiales para joyería y sellos: Marfil; Carey (concha de tortuga); Perlas (especialmente destacadas las del Golfo Pérsico), ónices (muy apreciados el sardonyx y el ónice árabe); Ceraunium (piedra de sangre); Jacintos (gemas azules), Esmeraldas; Diamantes; Zafiros; Turquesas; Berilos…
Fieras salvajes para la caza y los juegos circenses: Leones; Pards (grandes gatos sin melena); Leopardos; Panteras…
La nueva Roma imperial manifiesta su esplendor con lujo oriental, y gasta más en estos productos que ingresos percibe de Galia y Judea. Plinio, en el s. I d.C., nos da una idea de los altos precios que estas codiciadas mercancías tenían en Roma (Precio en denarios por libra romana, unos 300 gramos). El incienso se pagaba entre 6 y 10 denarios, pero la variedad de mirra stacte llegaba a los 50, lo mismo que la Cassia (corteza del árbol de canela). 15 denarios se pagaban por la pimienta larga y hasta 60 alcanzaba el Amomum (cardamomo producido en la India, Pakistán, Nepal y Bután). Pero los más caros eran el Cinamomo (variedad Dafnis), árbol parecido al laurel de Sri Lanka, por el que se pagaban hasta 300 denarios o el Nardo procedente de las tierras del Himalaya, por el que se llegaban a pagar 100 denarios.
Un variado mercado de lujo que ya estaría casi plenamente conformado en época de Claudio, el s. I d.C., cuando un comerciante romano describe sus experiencias en viajes comerciales hasta el Océano Índico en el Periplus Maris Erythraei. En él, además, se informa por primera vez que tierra adentro, más allá del Ganges, había un lugar conocido como “Thina”, donde se producía seda para la exportación, a través de los territorios de Tarim. Esas tierras, decía, no eran fáciles de alcanzar, por lo que había que esperar a las raras ocasiones en que llegaban hombres de allí.
Los comerciantes del Alto Imperio Romano podían adquirir las telas de seda china en los mercados de la India o comprarlas a los caravaneros palmiranos, quizás por ello no sintieran la necesidadb de aventurarse más allá para investigar ese misterioso país…
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